viernes, 10 de septiembre de 2010

TURISMO DESMEDIDO


TURISMO DESMEDIDO (boundless tourism)
Por Jorge Amonzabel
En la vida del planeta y, en particular; en la cotidianeidad de los habitantes del mundo, los términos que acuñamos revelan algunas acciones y hechos que sobresalen de las otras. O tienen una significación que expone lo bueno o lo malo de la situación o del objeto. Turismo desmedido (boundless tourism) surge, cuando las estadísticas y los desplazamientos de turistas entre continentes y pasíses crecen y el número de visitantes a los destinos turísticos más codiciados aumenta. Las respuestas constantes de hoteles, operadores y agencias de turismo, inclusive de líneas aéreas, transporte lacustre y terrestre; se repiten una y otra vez: “Estamos llenos”, “no hay espacio”, “cerramos”, (This flying is full. There are not place. This hotel are full. “no rooms”. "Closed". “Oversale” “No vancancies”) y, otras similares; con el objeto de explicar que la medida establecida o determinada para ocupar los espacios disponibles fue completada o rebasa el número estimado de pasajeros. Asimismo, Empresas de renta de automóviles, cruceros, carros de circuito cerrado, atractivos ubicados en ciudades demandadas de turistas, parques temáticos y paquetes locales, son colmados por la demanda y no están disponibles.

Últimamente, lugares arqueológicos, parques naturales, zonas de reserva y maravillas naturales e intervenidas por el hombre, son destinos turísticos colmados de visitantes que uno tras otro llegan y pasean, se posesionan y asientan por corto o mediano tiempo. Pocos disfrutan del atractivo, porque el gentío y el interminable número de grupos que transita, impide una contemplación adecuada, un esparcimiento satisfactorio y una calidad en el disfrute. Asimismo, y en contraposición a las visitas masivas, que por cierto son lucrativas para los países y, especialmente para las ciudades beneficiarias de los destinos; exige un alto número de personal calificado, preparado y disponible. Requiere de servicios y una infraestructura de administración y operaciones suficiente y en correspondencia a los trabajadores y empleados permanentes. La rotación de turistas, además de incrementar el material y accesorios básicos del destino, aumentan las pretensiones individuales del confort, el cuidado y los ofrecimientos en alimentos y, recuerdos. Corrientemente, lugares “vírgenes”, “naturales” y zonas restringidas, acogen turistas bajo reglas firmes, a manera de no afectar el hábitat o los lugares y las piezas arqueológicas. Las limitaciones, en algunos lugares son conocidas y los reglamentos también. Sin embargo, a pesar de ello el flujo de visitantes ha desarrollado y crece cada vez más.

Desde los gobiernos nacionales y locales y, las instancias de regulación del turismo y los aportes en normar los flujos y los contingentes de arribos a destinos turísticos codiciados, se han tratado de reglamentar para conservar los atractivos y lo que conlleva éstos. Asimismo, desde las organizaciones internacionales y empresas privadas del sector, han buscado equilibrar la afluencia de usuarios de los servicios; para evitar dificultades y deterioro de la actividad y del destino. Sin embargo, el fenómeno turístico es tan autónomo de los elementos y factores que coadyuvan su desarrollo que muchas “autoridades y decisores” nacionales y locales, públicas y privadas; han perdido el control de los resultados a los que presiona la realidad del flujo turístico.
En las estadísticas y en la contabilidad del turismo, se han realizado simulaciones y testeo sobre el deterioro de los atractivos turísticos, el desgaste de la infraestructura, la debilidad de los materiales y piezas que tienen ciertos destinos (áreas verdes, planta y árboles, centros arqueológicos, parques, reservas, museos, galerías de arte, villas comunitarias, etc.) y que en el tiempo pueden colapsar por el manipuleo e intervención humana o efectos ambientales, por estar expuestas a cambios en la temperatura, el polvo, la polución del aire, etc. Se han establecido, en algunos países, elementos para cuantificar la capacidad de carga de un atractivo o una actividad turística en un determinado lugar. En muchas partes del mundo, las autoridades relacionadas con el turismo han calificado que los atractivos no son renovables, inclusive, el deterioro cultural, por la influencia externa o el uso inapropiado de los visitantes. La planificación no es exhaustiva y se evita el lado obscuro, como le llaman algunos; del turismo. Cada lugar, cada destino tiene un compás de desgaste, un nivel de soportar la degradación o consumo. Realidad que debe ser medida o estimada, según sea el caso. Hasta hoy, no hay una formula. Se han hecho intentos y planteado métodos, algunos los utilizan otros no proveen la información correcta y, el flujo de turistas crece y ante la falta de planificación adecuada y normas suficientemente eficaces para disminuir el riesgo de pérdida; hay extremistas que consideran apropiado declarar “veda” (obstaculizar visitas o ingresar en cuarentena forzada el atractivo).

Las interrogantes para hoy son ¿Asignamos una medida al turismo? Es decir; ¿Orientamos nuestra planificación, hasta donde sea posible, para establecer límites para el flujo de visitantes y actividades en lugares y recintos susceptibles de desgaste sin renovación, para la oferta y para la disponibilidad de los atractivos. Cuando, el descontrol esta en progreso y la actividad del turismo sigue creciendo? O ¿Nos proponemos medir, no solo la carga turística o del turismo; sino los efectos e impactos negativos que se están produciendo y están provocadas por el agotamiento y la ruptura de las estructuras de lugares y atractivos? La solución se pensó encontrarla en el turismo sostenible, que pregona una conservación ambiental, una garantía de preservación sociocultural y una renta equilibrada y sostenible en el tiempo. Más es una aspiración sincera, pero aplicada.

El calentamiento global, el efecto invernadero, el retroceso de los glaseares y, en síntesis; lo que hoy llamamos cambio climático: Con efectos e impactos graves en los recursos naturales renovables y no renovables. Por consiguiente, amenazas en destinos turísticos naturales y lugares de mayor flujo turístico. Son amenazas dinámicas que aceleran desgaste y debilitan las condiciones de enfrentarlas por la humanidad. Los gobiernos y la empresa privada tienen capacidad limitada y están consientes que no pueden cambiar esta realidad, solo atenuarla. A esto se suman, los intereses particulares de quienes ostentan poder sobre las industrias, el comercio y los servicios que, por principio de sobrevivencia financiera y económica; están acumulando materias primas, productos no renovables y tecnología. Y sin ninguna medida alientan al disfrute, la recreación y uso desmedido de los medios para satisfacción individual; monopolizando destinos y vulnerando disposiciones y centros únicos, sin medir las consecuencias. Convirtiéndose así en agentes para un turismo desmedido. (J. Amonzabel)

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